Del mar a la tierra: Comienza un nuevo capítulo
Antes de echar raíces, enseñaba a respirar bajo el agua. El muelle era mi aula, el mar mi compañera. Con el sol en los hombros, sal en el pelo y el tanque en la mano, pasé doce años guiando buceadores hacia lo profundo, ayudándolos a ganar confianza, mantener la calma y descubrir un mundo que pocos llegan a ver.
 Hubo un tiempo en que mis días transcurrían bajo el agua—enseñando, explorando, respirando al ritmo del océano. Estudié biología en la universidad, pero fue el buceo lo que realmente marcó el comienzo de mi vida adulta. Durante más de una década, el mar fue mi aula, mi patio de juegos, mi refugio.
 Y entonces, el mundo cambió.
 Cuando llegó la pandemia, tuve que dejar atrás el agua. Terminé trabajando en una pequeña posada rural, donde los días se mezclaban y mi identidad empezaba a desdibujarse. Me sentía invisible, como una pieza más en la maquinaria de otro. Fue un capítulo doloroso—uno que me hizo cuestionar mi valor y mi rumbo.
 Pero poco a poco, empecé a reconstruirme.
 Comencé a enseñar inglés a niños chinos en línea, y aprendí a tejer y a hilar—pequeños actos de creación que me devolvieron la alegría y el control. Aun así, algo más profundo me llamaba. Quería entender la nutrición—no solo del cuerpo, sino también del alma.
 Ahí fue cuando me inscribí en un diploma de nutrición. Y todo cambió.
 Aprender sobre los alimentos, experimentar en la cocina, hacer queso, hornear pan de masa madre, conservar la cosecha—despertó algo en mí. Una curiosidad. Una pasión. Un propósito.
 Hoy cambié las aletas por botas y las mareas por campos. Vivo en el campo, en Argentina, donde me despierto con el llamado de las ovejas. Las mañanas son de trabajo—alimentar animales, preparar comidas, avanzar con lo que toca. Por la tarde, con el mate en mano, miro a mis cinco border collies correr por el pasto, persiguiendo sombras y jugando sin parar. Crezco, cocino, creo. El ritmo del mar aún vive en mi alma, pero mis días se moldean con cosechas, aire fresco y la satisfacción tranquila de trabajar con lo que la tierra devuelve.
Este blog es mi forma de compartir ese viaje—pasado, presente y futuro.
 Será una mezcla de historias, recetas, reflexiones y quizás alguna anécdota embarrada de la vida en el campo.
 No es perfecto, y yo tampoco.
 Pero es real. Y es mío.
 Bienvenidos a mi mundo.
 Julie
